lunes, 27 de febrero de 2012

INSISTO: II Parte (De no sé cuántas o hasta cuándo) o lo que es lo mismo: El Síndrome de la Muñeca Fea...

Hoy ví en algún noticiario de televisión a Norberto Rivera referirse a la reforma constitucional del artículo 24 de nuestra Constitución.
Ví a un hombre seguro "del triunfo" de la propuesta y los beneficios que obtendrá la institución que encabeza; Descalificando "a otros grupos religiosos" que claman por los supuestos beneficios que obtendrá La Iglesia.
Me dió profunda tristeza: Tiene todos los reflectores sobre sí, todas las notas en los periódicos, toda la atención de los Diputados y Senadores y del presidente de la República.

Me pregunto: ¿Hasta cuándo y qué están esperando las otras Iglesias?
Dirán que carezco de Fe y Confianza en el Eterno y que Él "peleará" nuestra causa, a lo cual digo: Amén.

Sin embargo, no podemos tener y seguir viviendo en el Síndrome de la Muñeca Fea.


Aquí lo que hoy publica El Semanario "Desde la Fe" y que me parece bastante pretencioso, y dscalificador hacia "otros grupos "...

México, un país de libertades
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Con el paso del tiempo nuestra Constitución ha ido creciendo en el reconocimiento de los derechos y libertades propios de la persona humana, tal como se reconocen en los Acuerdos y Tratados internacionales. Derecho a la vida, a la movilidad, a la libertad de opinión y de religión, derecho a la formación y respeto de la familia, derecho a la educación, etc. Una de las notas distintivas de los países democráticos está precisamente en el respeto a tales derechos y en la promoción de los mismos en todos los niveles de la sociedad. En cambio, nos damos cuenta de la falta de condiciones democráticas en los países donde no existe ese reconocimiento y se impiden las libertades y derechos de los ciudadanos.

Uno de los derechos fundamentales es la libertad de opinión, muy unida a la libertad religiosa, porque implica vivir de acuerdo con las propias convicciones, y manifestar en la propia vida los valores que orientan las acciones de cada persona.

El principio de la libertad religiosa se apoya en nuestras sociedades modernas en la separación del Estado y las iglesias, a fin de que el primero sea el garante de la libertad de todos los ciudadanos para que puedan vivir conforme a sus distintas convicciones y a celebrar igualmente el culto religioso. En México, hemos superado la visión totalmente restrictiva y prácticamente persecutoria de la libertad religiosa –que contenía el espíritu de la Constitución del 1917–, y hemos transitado hacia una visión de respeto y aceptación de la libertad de cultos en las reformas constitucionales de 1992. Sin embargo, no se ha dado el paso a la plena normalidad de libertades, reconociendo además el derecho de los ciudadanos a vivir conforme a sus principios religiosos también en sus opciones sociales y políticas, que conlleva la libertad de opiniones y la libertad de conciencia.

La reciente iniciativa para una reforma al artículo 24 de la Constitución, a fin de avanzar hacia una plena libertad religiosa, ha sido ya aprobada en la Cámara de Diputados y debe pasar por la discusión en la Cámara de Senadores. Hay algunas voces que se oponen con tres argumentos y muchos aspavientos: 1. “No es el momento oportuno”, 2. “No es prioridad para la sociedad mexicana”, y 3. “La Iglesia Católica busca nuevos privilegios que no le corresponden”. Las tres razones no tienen ningún sustento y no resisten un análisis serio: siempre es oportuno avanzar en el reconocimiento de los auténticos derechos y libertades ciudadanas, sólo los regímenes totalitarios se oponen a ello. Las prioridades de una sociedad están en relación a sus libertades: la libertad religiosa es tan prioritaria como la libertad de opinar, la libertad de conciencia, la libertad de expresión, todas ellas bajo la misma exigencia que tienen que ver con creyentes o no creyentes, con el desarrollo de la vida política o las instituciones educativas, con los medios de comunicación o los procesos electorales. Finalmente, no hay argumento más falso y tendencioso que pensar que un derecho de todos los ciudadanos deba impedirse porque puede beneficiar a una institución. Algunos grupos religiosos se han manifestado contra la reforma constitucional, uniéndose a algunos agnósticos y laicistas, mostrando ambos que desconocen el sentido de la Reforma y que ellos mismos son los beneficiados.

En medio de tanta confusión –reflejada también en la opinión de algunos analistas de los medios de comunicación–, esperamos que la reflexión y el compromiso que tienen los Senadores de la República con el perfeccionamiento de nuestras leyes,les permita dar un paso más hacía un México de auténticas libertades para todos sus ciudadanos. Ya es tiempo de superar prejuicios del pasado, ya es tiempo de construir un país moderno con instituciones sólidas y leyes que respetan a sus ciudadanos en las libertades y derechos fundamentales.

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