viernes, 28 de septiembre de 2012

Marco Institucional Democrático del Estado de Derecho Burgés...o lo que es lo mismo El PRIAN.


Con los acontecimiento de éste día aciago y que traerá una Era de esclavitud institucional aceptada desde la legislación que se pretende imponer sobre el Artículo 123 del Título Sexto de la Constitución de los Estados Unidos  Mexicanos, 
(Artículo 123. Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán
la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley.
El Congreso de la Unión, sin contravenir a las bases siguientes deberá expedir leyes sobre el trabajo,
las cuales regirán...)
Tratando de entender la fenomenología de los acontecimientos que nos ocupan, me encontré con éste libro de Zizek que pareciera haberse escrito "mañana"   y que dibuja lo que hoy acontece en México y su entorno.


LES COMPARTO:

El anti-capitalismo no escasea  hoy en día. De hecho somos testigos de una inundación de críticos de los horrores del capitalismo: abundan los libros, las exhaustivas investigaciones periodísticas y los reportes televisivos sobre compañías que están contaminando sin ningún remordimiento nuestro medio ambiente, sobre banqueros corruptos que siguen recibiendo obscenos bonos mientras sus bancos son ser rescatados con dineros públicos, sobre maquilas en las que niños trabajan horas extras, etc., etc. Hay, sin embargo, una trampa en toda esta inundación crítica: aunque parezca despiadada, lo que en ella nunca es cuestionado es el marco democrático-liberal de su lucha contra los excesos del capitalismo. La meta (explícita o implícita) es democratizar el capitalismo, extender el control democrático a la economía a través de la presión de los medios de comunicación, de investigaciones parlamentarias, de leyes más duras, de investigaciones policiales honestas, etc., pero nunca se cuestiona el marco institucional democrático del estado de derecho (burgués). Este sigue siendo la vaca sagrada que ni siquiera las formas más radicales de esta “ética anti-capitalista” (el Foro de Porto Alegre, el movimiento de Seattle) se atreven a tocar
1
Es aquí que la idea clave de Marx sigue siendo válida, hoy tal vez más que nunca: para Marx, la cuestión de la libertad no debería ser localizada principalmente en la esfera política propiamente dicha (¿tiene un país elecciones libres?, ¿son los jueces independientes?, ¿está la prensa libre de presiones ocultas?, ¿son los derechos humanos respetados? y una lista similar de preguntas que diferentes instituciones occidentales  “independientes” –y no tan independientes– aplican cuando quieren pronunciar un juicio sobre un país). La clave de una libertad real reside más bien en la red “apolítica” de relaciones sociales, del mercado a la familia, y en la que el cambio requerido si queremos una mejora real no es una reforma política, sino un cambio en las relaciones sociales “apolíticas” de producción. LO QUE QUIERE DECIR: lucha de clases revolucionaria, no elecciones democráticas u otra medida política en el sentido estrecho del término. No votamos para definir a quién le pertenece qué, no votamos sobre las relaciones en una fábrica, etc.:
Esto es procesado fuera de la esfera de lo político y es ilusorio esperar que uno pueda cambiar efectivamente las cosas “extendiendo” la democracia a esa esfera, digamos, organizando bancos “democráticos” bajo el control del pueblo. Cambios radicales en este campo sólo pueden ser inscritos fuera de la esfera de los “derechos” legales, etc.: en semejantes procedimientos “democráticos” (que, claro, pueden jugar un rol positivo), y no importa cuán radical sea nuestro anticapitalismo, la solución es buscada aplicando mecanismos democráticos que, no se debería olvidar, son parte de los aparatos estatales de ese Estado “burgués” que garantiza un funcionamiento sin trabas de la reproducción capitalista. En este preciso sentido, Badiou tenía razón en su afirmación de que, hoy por hoy, el enemigo fundamental no es el capitalismo ni el imperio ni la explotación ni nada similar, sino la democracia: es la “ilusión democrática”, la aceptación de los mecanismos democráticos como marco final y definitivo de todo cambio, lo que evita el cambio radical de las relaciones capitalistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario