jueves, 5 de julio de 2012

Debemos unirnos a la resistencia y a la desobediencia civil o es asunto aparte de los cristianos evangélicos.

Controversial y profundo; Es hora de que los Cristianos Evangélicos de las Iglesias Históricas y aún de las congregaciones neo-evangélicas que nacen día a día (más esas congregaciones) que acomodan las escrituras a sus pensamientos y buscan en la sensualidad musical con movimientos y aplausos o "tocamientos y aventones" la redención de la enfermedad e incluso del alma, el éxtasis, confundiéndolo con el bautismo en el espíritu, que empecemos y trasemos una estrategia  clara de educación que se aleje de lo espiritualizante y nos devuelva una teología cristiana social presentada por el Maestro Jesús para vivir en la teología del amor y del Amor por el Prójimo, buscando en nuestra participación social, siempre valores que eleven "todo por Cristo" y nos permitan ser Luz y Sal de la Tierra, por que El Evangelio de Jesús, fue construido en la metáfora de lo político, social y espiritual, en el tiempo que él estuvo en la Tierra.
Sí nos olvidamos de la Escuela Dominical, dentro de 6 años sucederá otra vez lo mismo.
Hoy somos, según el INEGI, ocho millones de "cristianos" lo que podemos como levadura, leudar toda la masa. Y no sólo pensar en la Obra de Amor Eterno como algo que sólo debemos de tratar en los ámbitos espirituales de los templos. Sino fuera y mostrando al mundo que lo más sublime puede impregnar hasta lo más sucio, como es el caso de la política.
Aquí les dejo lo que Juan Calvino nos presenta en una de sus obras y que puede ser útil al tiempo pos-electoral que vivimos...
Así que pensemos sobre nuestra participación en la resistencia civil, en la desobediencia civil como una opción poco comentada en los ámbitos Cristianos Evangélicos.

Tomado de la Institución de la Religión Cristiana de Juan Calvino. Libro Cuarto, Capítulo XX. De la Potestad Civil.

"porque los reyes no pueden consentir de ningún modo verse humillados, cuya ira, dice Salomón, es mensajero de muerte (Prov. 16, 14). Mas como ha sido proclamado este edicto por aquel celestial pregonero, san Pedro, que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5,29), consolémonos con la consideración de que verdaderamente daremos a Dios la obediencia que nos pide, cuando antes consentimos en sufrir cualquier cosa que desviarnos de su santa Palabra. Y para que no desfallezcamos ni perdamos el ánimo, san Pablo nos estimula con otro aliciente, diciendo que hemos sido comprados por Cristo a tan alto precio, cuanto le ha costado nuestra redención, para que no nos hagamos esclavos ni nos sujetemos a los malos deseos de los hombres, y mucho menos a su impiedad (1 Cor. 7, 23).

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